jueves, 8 de mayo de 2008

Venezuela: Luchando por la autonomía de los movimientos sociales

Pese a la opinión que nos merezca la estatización de la compañía, el
camino recorrido por los trabajadores de SIDOR, la principal
siderúrgica
venezolana, ejemplifica la impostergable tarea a realizar por los
movimientos sociales y populares del país: movilizarnos y luchar por
nuestras propias demandas. Para libertarios y libertarias es la
beligerancia del movimiento de oprimidos y oprimidas, de cualquier
signo,
la que promueve los cambios positivos en la sociedad. Esperar que esas
mejoras lluevan desde las alturas del poder es, como lo ratifica la
realidad en los últimos años, una quimera. Pero el accionar de los
movimientos se ha visto atrapado por dos grandes camisas de fuerza: la
polarización inducida por los de arriba, por una parte, y la hipoteca
de
la autonomía cedida por los de abajo, por la otra.
Desde el año 2001, El Libertario ha denunciado la falsedad de la
polarización inducida por las cúpulas en pugna por el poder. Ambas
concepciones, ilusoriamente antagónicas, beben de la misma fuente: un
gobierno basado en la renta petrolera, enmarcado en la globalización
económica, con el máximo control posible sobre la sociedad y con la
apertura mínima de reales espacios de protagonismo popular. El
maniqueísmo
impuesto logró legitimar el "liderazgo" de cada cúpula, destrozando el
tejido social beligerante de base evidenciado durante los 90´s,
infantilizando el pensamiento y ocultando la causa estructural de la
crisis política: una de las distribuciones de riqueza más injustas del
continente, situación que por lo demás se ha mantenido. Al tener que
tomar
partido por uno de los bandos, los propios movimientos de base
asumieron
la racionalidad maniquea, desplazando sus agendas políticas a un
segundo
plano y movilizándose por las consignas difundidas desde el poder,
electoralizando sus esfuerzos.
Es en este contexto donde valoramos como significativo que un grupo de
trabajadores retomen sus exigencias laborales, independientemente de
sus
preferencias políticas, y que se hayan movilizado por ellas contra
viento
y marea. Al romper el falso consenso, la lucha sidorista se enfrentó a
la
respuesta tradicional, de antes y de ahora, de los gobiernos
venezolanos:
represión y solidaridad estatal con la patronal. Ante los palos y el
encarcelamiento de los trabajadores, los cogollos sindicales
"bolivariano"
y "opositor" olvidaron elementales principios de solidaridad de clase,
en
un silencio estruendoso. La polarización de las centrales laborales
recordó amargamente las consecuencias de sustituir la agenda social y
laboral por la agenda politiquera y mediática.
Sin embargo, la ausencia de respaldo real ante la represión vivida por
los
sidoristas, evidencia la profunda crisis del movimiento de trabajadores
y
trabajadoras en el país, y su incapacidad de establecer lazos de
solidaridad horizontales, una identidad común y diferente a la de
"chavistas" y "opositores", así como un horizonte compartido, la
conquista
aquí y ahora de mejores condiciones laborales. Estas faltas son en
particular incisivas cuando un gobierno, retóricamente
"revolucionario",
ha adelantado claras políticas antiobreras: acorralando las libertades
sindicales, flexibilizando las condiciones de trabajo, mediante su
fantoche "cooperativo", y privilegiando una economía basada en la
exportación de energía barata al mercado mundial, aniquilando fuentes
de
empleo tradicionales en la economía del país. Por otra parte,
organizaciones gremiales denunciaron que, para el año 2007, 243
contratos
colectivos se encontraban sin firma en el sector público, lo que dice
bastante acerca de la incidencia del "sindicalismo bolivariano" en las
condiciones laborales de los trabajadores y trabajadoras de un Estado
autoproclamado como "revolucionario". Y como si lo anterior fuera poco,
Venezuela se ha convertido, detrás de Colombia, en el segundo país más
peligroso para la actividad sindical. 53 personas fallecieron durante
el
año pasado en pugnas, en el sector petrolero y construcción, asociadas
a
la obtención de puestos de trabajo. La gangsterización y degradación de
la
organización laboral, catalizada por la prédica de la burguesía
bolivariana, sólo en el estado Bolívar ha cobrado la vida de 6 obreros
entre enero y marzo de 2008. Y dicha situación se encuentra ausente de
las
preocupaciones de quienes dicen representar a la masa trabajadora.
Para los oprimidos no existen diferencias sustanciales entre los
opresores. Cuando se conmemora un nuevo Primero de Mayo todos y todas,
trabajadores y trabajadoras, debemos pelear, aquí y ahora, por arrancar
nuestros derechos a los patrones. Retomar nuestras propias banderas de
lucha y no claudicarlas por nada: ni por elecciones de nuevos amos ni
por
promesas demagógicas de caudillos de pies de barro. Rechazando el
esquema
simplista y desmovilizador de la polarización, recuperando la autonomía
de
nuestros movimientos. Una consigna, preñada de sentido común, lo resume
mejor que nosotro/as: ¡El pueblo unido avanza sin partido!

Aparecido como editorial en El Libertario # 53 (mayo-junio 2008)
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