Existen hoy dos tendencias sumamente marcadas de la derecha en la Argentina que han tenido, en los últimos tiempos, un protagonismo importante en el nuevo proceso de reorganización democrática.
A pesar de ser igualmente reaccionarias, emplean tácticas y discursos que las diferencian pero que al fin y al cabo apuntan a lo mismo: reforzar la represión Estatal.
La derecha democrática.
Esta es la tendencia “moderada” de la derecha. Podrían considerarse como algunas de las caras mas visibles de esta corriente las de Juan Carlos Blumberg o la del nuevo Gobernador de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri. Se caracterizan por no defender tan abiertamente los gobiernos dictatoriales pero cuestionan a esta democracia por tener leyes poco severas, las cuales no garantizan la seguridad de los ciudadanos. Por lo tanto defienden la idea de una democracia con una “mano dura contra la delincuencia”.
Sabemos que la opinión pública se crea mediante ideas impuestas a través de los medios y la propaganda política, y que crece gracias a la repetición. Por lo tanto la función que este sector de la derecha cumple en este momento es clara: El gobierno utilizó su reclamo por mayor seguridad como caballo de batalla para criminalizar y reprimir la protesta social e imponer el miedo en los barrios mediante una mayor presencia y libertad de acción de la policía y la gendarmería.
La derecha golpista.
Este es el sector de la derecha que salió a defender abiertamente a la última dictadura militar y a reivindicar a “los caídos en manos de la subversión”.
Gobiernos dictatoriales no son exactamente lo que el capitalismo necesita ahora en Sudamérica. Lo que precisa son democracias populistas que aumenten la represión.
La función que cumple hoy esta tendencia de la derecha es la de ser el fantasma al cual el populismo resistirá y combatirá a favor de la democracia para presentarse como “el defensor de los derechos humanos”.
La resistencia de la izquierda.
Ante esta situación la izquierda (partidaria o extrapartidaria) apunta a crear una “resistencia”.
Pero esta supuesta “resistencia”, desde sus comienzos, como siempre, no apunta a romper con la lógica cuantitativa y reformista.
Los partidos de izquierda son organizaciones pesadas. Es decir que buscan ser la vanguardia en las luchas y sumar en sus filas todo el rebaño posible. No atacan al sistema sino que se mueven dentro de sus libertades democráticas para poder seguir convenciendo gente y seguir autoreferenciandose y plantar sus banderas y siglas mientras que dan sus discursos en plaza de Mayo.
Esta “resistencia” funciona también como una forma de reforzar al Estado. En varios discursos de la izquierda se esta exigiendo al gobierno que no permita manifestar y castigue a los miembros de la derecha golpista.
Acá es cuando entramos en un tema delicado. Entendemos y acompañamos en su indignación y su dolor a los seres cercanos de Julio López y de lxs desaparesidxs durante la última dictadura militar, pero como anarquistas nunca vamos a reivindicar ninguna sentencia emitida por los tribunales. Menos cuando funcionan para mejorar la imagen publica de cualquier gobierno o limpiar la cara de la justicia del estado.
Esta es una situación difícil, hay mucha sangre de por medio y no alcanza con hacer fríos análisis científicos que usen a la muerte y a las personas como simples números de una ecuación a resolver. Por eso creemos que es necesario ver con mayor claridad esta realidad compleja y llena de peculiaridades para ser hacer mas efectiva nuestra acción.
Sabemos que el enemigo es grande. Por eso nosotrxs tenemos que crecer limpiando nuestra visión.
Nosotrxs.
Necesitamos aclarar algunas cuestiones antes de concluir este aporte.
Lxs anarquistas atacamos directamente al enemigo y nos solidarizamos con lxs oprimidxs rompiendo con la visión cuantitativa. Es decir, nuestro interés no es principalmente que crezca el número de miembros de nuestros grupos, sino que el conflicto se profundice, que las luchas se extiendan lo mas posible en el tiempo y el espacio, acompañando siempre la acción con una critica radical con vistas a acabar con el Estado, el Capital y con todas las estructuras de poder. Como dice una frase armada, “donde hay fuego llevamos la gasolina”. Por lo tanto no nos interesa crear alianzas tácticas con organizaciones autoritarias para tener “mas fuerza”. No nos conciliamos con el enemigo. Que quede en claro que estamos contra toda autoridad.
Cando hablamos de atacar la raíz del problema entendemos que el problema son las relaciones de poder y, por lo tanto, rechazamos la falsa dicotomía entre dictadura y democracia. Ambas son formas de gobierno que hoy impone el capitalismo. En periodos de mayor “paz social” el capitalismo se impuso con democracias y en periodos de mayor conflictividad con dictaduras cívicos o militares. En democracia hay fusilamientos cuando la gorra mata a lxs pibxs en los barrios, las torturas se dan ahora en las comisarías y las estaciones de tren, y ni hablar de las personas que desaparecen todo el tiempo en los barrios mas pobres. La democracia es en definitiva la dictadura del capital.
La lucha anarquista se da mediante la acción directa sin negociaciones. Sabiendo esto y que nuestro enemigo es el Estado, el Capital y las relaciones de poder. No nos interesa que nuestras acciones sirvan para fortalecer el orden democrático con la idea que el mismo es un mal menor. Cualquier acción será, esencialmente, contra las relaciones de poder, dentro del contexto actual contra la democracia.
jueves, 6 de marzo de 2008
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